lunes, 6 de octubre de 2014

TERCERA SESIÓN

ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE

Yo me estaba reposando
anoche como solía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos se dormían.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.
 ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
 No soy el amor, amante:
La muerte que Dios te envía.
¡Ay muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
 Un día no puedo darte,
 una hora tienes de vida.
Muy deprisa se levanta,
más deprisa se vestía.
Ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
 ¿La puerta cómo he de abrirte
si no es la hora convenida?
Mi padre no fue a palacio,
mi madre no está dormida.
 Si no me abres esta noche,
ya nunca más me abrirías;
la muerte me anda buscando,
junto a ti vida sería.
 Vete bajo la ventana
donde bordaba y cosía,
te echaré cordel de seda
para que subas arriba,
si la seda no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
Ya trepa por el cordel,
ya toca la barandilla,
la fina seda se rompe,
él como plomo caía.
La Muerte le está esperando
abajo en la tierra fría:
Vamos, el enamorado,
la hora ya está cumplida.




LECCIÓN: 

Modernismo/Generación del 98.


ASPECTOS ORTOGRÁFICOS:

a. La conjunción o con o sin tilde.
b. Árboles y hierbas.
c. Exmujer. Ex primera dama
d. ¿Las mayúsculas sin tilde?
e. Clases de porqués



EXPRESIÓN ESCRITA:


La autorización.

lunes, 8 de septiembre de 2014

CUARTA SESIÓN



UNA ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA DEL PRIMER TERCIO DE SIGLO Y ESPECIAL ANTONIO MACHADO



  SONATINA de Rubén darío
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? 
Los suspiros se escapan de su boca de fresa, 
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. 
La princesa está pálida en su silla de oro, 
está mudo el teclado de su clave sonoro, 
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. 
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, 
y vestido de rojo piruetea el bufón. 
La princesa no ríe, la princesa no siente; 
la princesa persigue por el cielo de Oriente 
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, 
o en el que ha detenido su carroza argentina 
para ver de sus ojos la dulzura de luz? 
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, 
o en el que es soberano de los claros diamantes, 
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa 
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, 
tener alas ligeras, bajo el cielo volar; 
ir al sol por la escala luminosa de un rayo, 
saludar a los lirios con los versos de mayo 
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, 
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, 
ni los cisnes unánimes en el lago de azur. 
Y están tristes las flores por la flor de la corte, 
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, 
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa  de los ojos azules! 
Está presa en sus oros, está presa en sus tules, 
en la jaula de mármol del palacio real; 
el palacio soberbio que vigilan los guardas, 
que custodian cien negros con sus cien alabardas, 
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! 
(La princesa está triste, la princesa está pálida) 
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! 
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, 
—la princesa está pálida, la princesa está triste—, 
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—; 
en caballo, con alas, hacia acá se encamina, 
en el cinto la espada y en la mano el azor, 
el feliz caballero que te adora sin verte, 
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, 
a encenderte los labios con un beso de amor».



“Divagación” de Rubén Darío
¿Vienes? Me llega aquí, pues que suspiras,
un soplo de las mágicas fragancias
que hicieron los delirios de las liras
en las Grecias, las Romas y las Francias.

¡Suspira así! Revuelen las abejas,
al olor de la olímpica ambrosía,
en los perfumes que en el aire dejas;
y el dios de piedra se despierta y ría.

Y el dios de piedra se despierte y cante
la gloria de los tirsos florecientes
en el gesto ritual de la bacante
de rojos labios y nevados dientes:

En el gesto ritual que en las hermosas
Ninfalias guía a la divina hoguera,
hoguera que hace llamear las rosas
en las manchadas pieles de pantera.

Y pues amas reír, ríe, y la brisa
lleve el son de los líricos cristales
de tu reír, y haga temblar la risa
la barba de Términos joviales.

Mira hacia el lado del boscaje, mira
blanquear el muslo de marfil de Diana,
y después de la Virgen, la Hetaíra
diosa, blanca, rosa y rubia hermana.

Pasa en busca de Adonis; sus aromas
deleitan a las rosas y los nardos;
síguela una pareja de palomas,
y hay tras ella una fuga de leopardos.

* * *

¿Te gusta amar en griego? Yo las fiestas
galantes busco, en donde se recuerde,
al suave son de rítmicas orquestas,
la tierra de la luz y el mirto verde….

Amo más que la Grecia de los griegos
la Grecia de la Francia, porque Francia,
al eco de las Risas y los Juegos,
su más dulce licor Venus escancia.

Demuestran más encantos y perfidias,
coronadas de flores y desnudas,
las diosas de Glodión que las de Fidias;
unas cantan francés, otras son mudas.

Verlaine es más que Sócrates; y Arsenio
Houssaye supera al viejo Anacreonte.
En París reinan el Amor y el Genio.
Ha perdido su imperio el dios bifronte….


¿O un amor alemán??que no han sentido
jamás los alemanes?: la celeste
Gretchen; claro de luna; el aria; el nido
del ruiseñor; y en una roca agreste,

la luz de nieve que del cielo llega
y baña a una hermosa que suspira
la queja vaga que a la noche entrega
Loreley en la lengua de la lira.

Y sobre el agua azul el caballero
Lohengrín; y su cisne, cual si fuese
un cincelado témpano viajero,
con su cuello enarcado en forma de S.

Y del divino Enrique Heine un canto,
a la orilla del Rhin; y del divino
Wolfang la larga cabellera, el manto;
y de la uva teutona el blanco vino.

O amor lleno de sol, amor de España,
amor lleno de púrpuras y oros;
amor que da el clavel, la flor extraña
regada con la sangre de los toros;

flor de gitanas, flor que amor recela,
amor de sangre y luz, pasiones locas;
flor que trasciende a clavo y a canela,
roja cual las heridas y las bocas.

* * *

¿Los amores exóticos acaso...?
Como rosa de Oriente me fascinas:
me deleitan la seda, el oro, el raso.
Gautier adoraba a las princesas chinas.

¡Oh bello amor de mil genuflexiones:
torres de kaolín, pies imposibles,
tasas de té, tortugas y dragones,
y verdes arrozales apacibles!

Ámame en chino, en el sonoro chino
de Li-Tai-Pe. Yo igualaré a los sabios
poetas que interpretan el destino;
madrigalizaré junto a tus labios.

Diré que eres más bella que la Luna:
que el tesoro del cielo es menos rico
que el tesoro que vela la importuna
caricia de marfil de tu abanico.

* * *

Ámame japonesa, japonesa
antigua, que no sepa de naciones
occidentales; tal una princesa
con las pupilas llenas de visiones,

que aun ignorase en la sagrada Kioto,
en su labrado camarín de plata
ornado al par de crisantemo y loto,
la civilización del Yamagata.

O con amor hindú que alza sus llamas
en la visión suprema de los mitos,
y hacen temblar en misteriosas bramas
la iniciación de los sagrados ritos.

En tanto mueven tigres y panteras
sus hierros, y en los fuertes elefantes
sueñan con ideales bayaderas
los rajahs, constelados de brillantes.

O negra, negra como la que canta
en su Jerusalén al rey hermoso,
negra que haga brotar bajo su planta
la rosa y la cicuta del reposo...

Amor, en fin, que todo diga y cante,
amor que encante y deje sorprendida
a la serpiente de ojos de diamante
que está enroscada al árbol de la vida.

Ámame así, fatal cosmopolita,
universal, inmensa, única, sola
y todas; misteriosa y erudita:
ámame mar y nube, espuma y ola.

Sé mi reina de Saba, mi tesoro;
descansa en mis palacios solitarios.
Duerme. Yo encenderé los incensarios.
Y junto a mi unicornio cuerno de oro,
tendrán rosas y miel tus dromedarios.



“Lo fatal” Rubén Darío

DICHOSO el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...



   RETRATO DE Antonio Machado
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, 
y un huerto claro donde madura el limonero; 
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; 
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido 
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, 
más recibí la flecha que me asignó Cupido, 
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, 
pero mi verso brota de manantial sereno; 
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, 
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética 
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; 
mas no amo los afeites de la actual cosmética, 
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos 
y el coro de los grillos que cantan a la luna. 
A distinguir me paro las voces de los ecos, 
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera 
mi verso, como deja el capitán su espada: 
famosa por la mano viril que la blandiera, 
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo 
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—; 
mi soliloquio es plática con ese buen amigo 
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. 
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago 
el traje que me cubre y la mansión que habito, 
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje, 
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 
me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar.


De "Campos de Castilla"

¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, oscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece, que las rocas sueñan,
conmigo vais. ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!



A un olmo seco


Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.

El olmo centenario en la colina...
Un musgo amarillento
le lame la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta.

Antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


  

He andado muchos caminos de Antonio Machado

He andado muchos caminos
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra.

Y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio
preguntan a donde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja.

Y no conocen la prisa
ni aún en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino,
donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.

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Españolito
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza.
Entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

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Cantares


Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...
Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar:
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse, le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.

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"La saeta" de Antonio Machado

¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
(Saeta Popular)


¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
que es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

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SELECCIÓN DE GREGUERÍAS

Lo que defiende a las mujeres es que piensan que todos los hombres son iguales,
mientras que lo que pierde a los hombres es que creen que todas las mujeres son
diferentes.
El bebé se saluda a sí mismo dando la mano a su pie.
La gallina está cansada de denunciar en la comisaría que le roban los huevos.
La prisa es lo que nos lleva a la muerte.
Por los ojos nos vamos de la vida.
Es sorprendente cómo se mete la fiebre en el tiralíneas del termómetro
La medicina ofrece curar dentro de cien años a los que se están muriendo ahora
mismo.
A un mentiroso sólo lo cura un sordo.
La popularidad es que nos conozcan los que no conocemos
La "ñ" es la "n" con bigote.
El sostén es el antifaz de los senos.
Los recuerdos encogen como las camisetas.
Me gustaría pertenecer a esa época del futuro en que la historia tendrá doscientos tomos, para ver como se la aprenderán los niños.
El café con leche es una bebida mulata.
La muerte es hereditaria.
El reloj no existe en horas felices.
Cuando una mujer te plancha la solapa con la mano ya estás perdido.
Trueno: caída de un baúl por las escaleras del cielo.
Los tornillos son clavos peinados con raya en medio.
Las primeras gotas de la tormenta bajan a ver si hay tierra en que aterrizar.
Cuando la mujer pide ensalada de frutas para dos, perfeccionan el pecado original.
Cuando el violinista se presenta con el violín colgado de la mano es como el ginecólogo con el niño que acaba de nacer.
En la manera de matar la colilla contra el cenicero se reconoce a la mujer cruel.
El Coliseo en ruinas es como una taza rota del desayuno de los siglos.
El arco iris es la cinta que se pone la Naturaleza después de haberse lavado la cabeza.
Aquella mujer me miró como a un taxi desocupado.
Las violetas son actrices retiradas en el otoño de su vida.
Los que bajan del avión parecen salir del Arca de Noé.
La felicidad consiste en ser un desgraciado que se sienta feliz.
Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueño.
Los presos a través de la reja ven la libertad a la parrilla.
Tan impaciente estaba por tomar el taxi, que abrió las dos portezuelas y entró por los dos lados.
Las flores que no huelen son flores mudas.
Las latas de conserva vacías quedan con la lengua de hojalata fuera.
Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata de la mesa que nos ha tocado en suerte.
La escritura china es un cementerio de letras.
La cebra es el animal que luce por fuera su radiografía interior.
Estamos mirando el abismo de la vejez y los niños vienen por detrás y nos empujan.
Lo más aristocrático que tiene la botella de champaña es que no consciente que se la vuelva a poner el tapón.
La faja del nene es la primera venda de la vida.
Los cocodrilos están siempre en pleno concurso de bostezos.
La arrugada corteza de los árboles revela que la Naturaleza es una anciana.
La T es el martillo del abecedario.
El búfalo es el toro jubilado de la prehistoria.
El bebé se saluda a sí mismo dando la mano a su pie.
A las doce las manillas del reloj presentan armas.
Al sentarnos al borde de la cama, somos presidiarios reflexionando en su condena.
Las estrellas trabajan con red.  Por eso no se cae ninguna sobre nuestra cabeza.
Los que juegan al aro corren detrás del reloj sin cifras.
Cuando la mujer se quita una media parece que va a mirarse una herida.
Las gaviotas nacieron de los pañuelos que dicen  !adiós! en los puertos.
Los ceros son los huevos de los que salieron las demás cifras.
Lo peor de los pobres es que no pueden dar dinero.
La noche que acaba de pasar se va al mismo sitio en que está la noche más antigua del mundo.
El Pensador de Rodin es un ajedrecista al que le han quitado la mesa.
Genio: el que vive de nada y no se muere.
Los pingüinos son unos niños que se han escapado de la mesa con el babero puesto.
Los paraguas están de luto por las sombrillas desaparecidas.
Después de usar el dentífrico nos miramos los dientes con gesto de fieras.
La Y es la copa de champaña del alfabeto.
El espantapájaros semeja un espía fusilado.
Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.
El agua se suelta el pelo en las cascadas.

lunes, 5 de mayo de 2014

QUINTA SESIÓN

ESPECIAL 

FEDERICO GARCÍA LORCA
(1898-1936)






Especial Ángel González

ESPECIAL ÁNGEL GONZÁLEZ


Me basta así

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando  -luego-  callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.

http://amediavoz.com/PERDUBARRA.jpg

Me he quedado sin pulso y sin aliento...

Me he quedado sin pulso y sin aliento
separado de ti. Cuando respiro,
el aire se me vuelve en un suspiro
y en polvo el corazón de desaliento.
No es que sienta tu ausencia el sentimiento.
Es que la siente el cuerpo. No te miro.
No te puedo tocar por más que estiro
los brazos como un ciego contra el viento.
Todo estaba detrás de tu figura.
Ausente tú, detrás todo de nada,
borroso yermo en el que desespero.
Ya no tiene paisaje mi amargura.
Prendida de tu ausencia mi mirada,
contra todo me doy, ciego me hiero.

http://amediavoz.com/PERDUBARRA.jpg

Mientras tú existas...

Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz cualquiera...
                                              Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada
mía,
transido de distancia,
bajo ese amor que crece y no se muere,
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.

http://amediavoz.com/PERDUBARRA.jpg


Muerte en el olvido

Yo sé que existo
porque tu me imaginas.
Soy alto porque tu me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...

viernes, 4 de abril de 2014

Antología LORCA, CERNUDA, HERNÁNDEZ



POEMAS DE LORCA, CERNUDA Y M. HERNÁNDEZ

Primeros poemas “La Tarara”

La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.

Lleva la Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.

La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.

Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.

Ay, Tarara loca.
Mueve, la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.





La guitarra

Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh, guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.





Romance sonámbulo  Cancionero gitano

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre el mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera flota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿quién vendrá? ¿Y por donde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo.
Ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No veis la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo.
Ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento verde ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
 
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.



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“La casada infiel” Romancero Gitano

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quite la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montando en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.



EL POETA DICE LA VERDAD

Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores 
en un anochecer de ruiseñores 
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo 
para el asesinato de mis flores 
y convertir mi llanto y mis sudores 
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja 
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida 
será para la muerte, que no deja 
ni sombra por la carne estremecida.


arriba
EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal, la piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí, rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena, pues, de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura.




LLAGAS DE AMOR

Esta luz, este fuego que devora. 
Este paisaje gris que me rodea.
Este dolor por una sola idea. 
Esta angustia de cielo, mundo y hora.

Este llanto de sangre que decora 
lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi pecho mora.

Son guirnalda de amor, cama de herido, 
donde sin sueño, sueño tu presencia
entre las ruinas de mi pecho hundido.

Y aunque busco la cumbre de prudencia 
me da tu corazón valle tendido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.

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SONETO DE LA DULCE QUEJA
 
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento 
que me pone de noche en la mejilla 
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla 
tronco sin ramas, y lo que más siento 
es no tener la flor, pulpa o arcilla, 
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado, 
si soy el perro de tu señorío.


No me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi Otoño enajenado.



EL AMOR DUERME EN EL PECHO DEL POETA

Tú nunca entenderás lo que te quiero 
porque duermes en mí y estás dormido. 
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero 
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido 
las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.
Oye mi sangre rota en los violines.
¡Mira que nos acechan todavía!


Poeta en Nueva York


“Vuelta de paseo”


Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.
Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.
Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.
Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.
Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!



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La Aurora

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus
huesos que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.


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Pequeño vals vienés

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.
Este vals, este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.
Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.
En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados,
hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.
Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals, este vals del "Te quiero siempre".
En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.



LECTURAS DE LUIS CERNUDA Y MIGUEL HERNÁNDEZ


SI EL HOMBRE PUEDIERA DECIR LO QUE AMA

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Luis Cernuda
De: “Los placeres prohibidos” – 1931




CANCIÓN DEL ESPOSO SOLDADO  DE Miguel Hernández
.
 
He poblado tu vientre de amor y sementera,
 
he prolongado el eco de sangre a que respondo
 
y espero sobre el surco como el arado espera:
 
he llegado hasta el fondo.
 
.
 
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
 
esposa de, mi piel, gran trago de mi vida,
 
tus pechos locos crecen hacia mi dando saltos
 
de cierva concebida.
 
.
 
Ya me parece que eres un cristal delicado,
 
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
 
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
 
fuera como el cerezo.
 
.
 
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
 
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
 
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
 
ansiado por el plomo.
 
.
 
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
 
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
 
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
 
hasta en el polvo, esposa.
 
.
 
Cuando junto a los campos de combate te piensa
 
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
 
te acercas hacia mi como una boca inmensa
 
de hambrienta dentadura.
 
.
 
Escríbeme a la lucha siénteme en la trinchera:
 
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo.
 
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
 
y defiendo tu hijo.
 
.
 
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
 
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
 
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
 
sin colmillos ni garras. ,
 
.
 
Es preciso matar para seguir viviendo.
 
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.
 
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
 
cosida por tu mano.
 
.
 
Tus piernas implacables al parto van derechas,
 
y tu implacable boca de labios indomables,
 
y ante mi soledad de explosiones y brechas,
 
recorres un camino de besos implacables.
 
.
 
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
 
Y al fin en un océano de irremediables huesos
 
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
 
una mujer y un hombre gastados por los besos.
 

 .
Nanas de la cebolla

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.



ELEGIA A RAMÓN SIJÉ 
. 
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha 
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien 
tanto quería.) 
. 
Yo quiero ser llorando el hortelano 
de la tierra que ocupas y estercolas, 
compañero del alma, tan temprano. 
. 
Alimentando lluvias, caracoles 
Y órganos mi dolor sin instrumento, 
a las desalentadas amapolas 
. 
daré tu corazón por alimento. 
Tanto dolor se agrupa en mi costado, 
que por doler me duele hasta el aliento. 
. 
Un manotazo duro, un golpe helado, 
un hachazo invisible y homicida, 
un empujón brutal te ha derribado. 
. 
No hay extensión más grande que mi herida, 
lloro mi desventura y sus conjuntos 
y siento más tu muerte que mi vida. 
. 
Ando sobre rastrojos de difuntos, 
y sin calor de nadie y sin consuelo 
voy de mi corazón a mis asuntos. 
. 
.Temprano levantó la muerte el vuelo, 
temprano madrugó la madrugada, 
temprano estás rodando por el suelo. 
. 
No perdono a la muerte enamorada, 
no perdono a la vida desatenta, 
no perdono a la tierra ni a la nada. 
. 
En mis manos levanto una tormenta 
de piedras, rayos y hachas estridentes 
sedienta de catástrofe y hambrienta 
. 
Quiero escarbar la tierra con los dientes, 
quiero apartar la tierra parte 
a parte a dentelladas secas y calientes. 
. 
Quiero minar la tierra hasta encontrarte 
y besarte la noble calavera 
y desamordazarte y regresarte 
. 
Volverás a mi huerto y a mi higuera: 
por los altos andamios de mis flores 
pajareará tu alma colmenera 
. 
de angelicales ceras y labores. 
Volverás al arrullo de las rejas 
de los enamorados labradores. 
. 
Alegrarás la sombra de mis cejas, 
y tu sangre se irá a cada lado 
disputando tu novia y las abejas. 
. 
Tu corazón, ya terciopelo ajado, 
llama a un campo de almendras espumosas 
mi avariciosa voz de enamorado. 
. 
A las aladas almas de las rosas... 
de almendro de nata te requiero,: 
que tenemos que hablar de muchas cosas, 
compañero del alma, compañero.